4.29.2011

PASA

Pasa que me canso
de las ventanas austeras sin sol
desde los caminos de barro seco
de las cocinas y las leñas oxidadas
de los televisores desnudos y atontados.

Pasa que no soporto
el pan blanco y té agüado al medido día
el frio baño matutino entre mis sienes,
ni las muertes a la intemperie de olvido y miseria,
y entonces las páginas vacías de la prensa.

Pasa que no quiero más
penes sostenidos por sotanas viejas
escarbando en la piel tersa y blanquecina
bajo la mirada atónita y enceguecida
de un dios asesinado, muerto por sus fieles.

Pasa que no más;
el sudor guardado en la memoria
de los puercos en sus ternos gucci y armani
de su glotonería infecunda y podrida
y de sus sobras salameras para el pueblo.

Pasa que todo pasa y pasa,
que mientras pasa y pasa todo,
es el mismo instante que deja de pasar.
Y es ahora cuando ya dejó de pasar,
y entonces, ya no pasa nada.

MEMORIAS DE DOMINGO

Memorias frágiles de un domingo diario.
Azul profundo y vasto, lleno de impurezas tristes.
Miro al frente y las ventanas cerradas,
empañadas de olvido y mugre,
me cierran el paso de trancos muertos.

Mi camino se nutre de esperanzas féretras.
Cada paso que doy es hacia atrás.
Qué pasa ciudad de viento que no me escuchas?
Qué pasa conciencia adormecida que no te levantas?
Qué pasa dios que no me levantas?

Los pies cansados de no avanzar,
de no llevarme a ningún lado,
ven pasar las calzadas, como ríos estáticos de cal.
Los neones populosos y las vidas rebozadas de familia
Alzando sus pañuelos blancos, me abandonan en tierra firme.

Las mañanas celestes y oscuras con dejo de tintes naranjos,
me han olvidado con su negra premura.
Esta ciudad me ha olvidado
Dios me ha olvidado
Y Yo, me he olvidado de ellos.